“Esta fue la culpa de su hermana Sodoma: ella y sus hijas tenían orgullo, exceso de comida y próspera tranquilidad, pero no ayudaron al pobre y al necesitado”. (Ez 16, 48-49)

jueves, 9 de mayo de 2013

Sapientísimo razonamiento de Su Santidad

"En su momento, David fue adúltero y asesino intelectual y, sin embargo, lo veneramos como un santo porque tuvo el coraje de decir 'he pecado'. Se humilló ante Dios. Uno puede hacer un desastre, pero también puede reconocerlo, cambiar de vida y reparar lo que hizo. Es verdad que entre la feligresía hay gente que no sólo ha matado intelectual o físicamente, sino que ha matado indirectamente por el mal uso de los capitales, pagando sueldos injustos. Por ahí forma parte de sociedades de beneficencia, pero no les paga a sus empleados lo que les corresponde o los contrata ‘en negro'. [...] A algunos les conocemos el currículum, sabemos que se hacen los católicos pero tienen estas actitudes indecentes de las que no se arrepienten. Por esa razón, en ciertas situaciones no doy la comunión, me quedo detrás y la dan los ayudantes, porque no quiero que estas personas se acerquen a mí para la foto. Uno podría negarle la comunión a un pecador público que no se arrepintió, pero es muy difícil comprobar esas cosas. Recibir la comunión significa recibir el cuerpo del Señor, con la conciencia de que formamos una comunidad. Pero si un hombre, más que unir al pueblo de Dios, sesgó la vida de muchísimas personas, no puede comulgar: sería una contradicción total. Esos casos de hipocresía espiritual se dan en mucha gente que se cobija en la Iglesia y no vive según la justicia que pregona Dios. Tampoco demuestran arrepentimiento. Es lo que vulgarmente decimos que llevan doble vida".