“Esta fue la culpa de su hermana Sodoma: ella y sus hijas tenían orgullo, exceso de comida y próspera tranquilidad, pero no ayudaron al pobre y al necesitado”. (Ez 16, 48-49)

domingo, 15 de mayo de 2011

4º Domingo de Pascua

Primera Lectura: Hc. 2, 14. 36-41 Dios lo ha constituído Señor y Mesías.
Salmo: 22 El Señor es mi Pastor, nada me faltará. Aleluya.
Segunda Lectura: Pe. 2, 20-25 Han vuelto ustedes al Pastor y guardían de sus vidas.
Evangelio: Jn. 10, 1-10 Yo soy la puerta de las ovejas.

Es ya el cuarto domingo de la Pascua. El tiempo de alegría está en pleno apogeo y el regocijo que los cristianos sentimos por la resurrección del Señor es enorme e incomparable. Por eso, es cuestión de coherencia poder dar un testimonio fiel y firme de lo que estamos anunciando. No basta ir por el mundo diciendo que Dios ha resucitado a su Hijo de entre los muertos, y que por su muerte y resurrección la humanidad ha sido salvada de la esclavitud del pecado y las cadenas que nos atan al mal. Es necesario también salir a la calle, a lo cotidiano y demostrarlo a través de nuestras acciones cristianas.

Una vez más me atreveré a llevarle la contraria a nuestros pastores los obispos, a la mayoría, e incluso a los pastores de las iglesias protestantes. Algunos de ellos dicen que la homosexualidad y el estilo de vida gay son una manifestación del maligno, e impunemente se atreven a compararla con el mal del narcotráfico o del aborto. A veces parecemos olvidar que Dios ha constituido a Cristo como pastor de las ovejas, y todo aquel que es de Cristo Jesús ya no le puede ser arrancado, ni por el maligno, a menos que la oveja se arranque del rebaño por su propia voluntad. Y por tanto, nadie en el mundo tiene derecho a llamarnos impuros por ser gays, y nadie tiene derecho a hacernos creer que nuestra condición natural es intrínsecamente desordenada si primero nosotros no le damos el derecho a hacernos sentir de tal manera.

Se trata únicamente de un acto de confianza absoluta y abandono a la voluntad del Señor, que es Amor y Misericordia. Cuando proclamamos que Jesús es nuestro Señor y actuamos en consecuencia haciendo el bien por el bien mismo y sin mirar a quien, en la medida de nuestras posibilidades, estamos actuando como verdaderos católicos. El Señor siempre es fiel a sus promesas, y por encima de casi todas las cosas nos dio el libre albedrío, que se doblega solo ante al amor. San Pablo nos dice que el amor es la cosas más hermosa que hay en la Creación, es comprensivo, servicial, goza con la Verdad, disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites y soporta sin límites. Mientras que el libre albedrío nos coloca por encima de los ángeles y nos hace todavía más cercanos a Dios, pero también nos hace responsables de las decisiones que tomemos en la vida.

Ser gay no es malo, no me cansaré de repetirlo. Amar a una persona de nuestro mismo sexo no es pecado, ni siquiera cuando compartimos el vínculo carnal. Siempre que lo hagamos en un ambiente de confianza, consentimiento, madurez y entrega total, pues es el darse el uno al otro. Es una bella manifestación física del amor que se tiene en el alma por el otro. Y para rematar, hay que usar el preservativo. Pues aunque Su Santidad, Benedicto XVI, nos diga que al usar el condón estamos obstruyendo la entrega total, lo cierto es que estamos protegiendo a nuestra pareja y a nosotros mismos de una enfermedad venérea o causada por condiciones antihigiénicas. Si no se piensan tener hijos de forma biológica, no hay razón para no usar condón.

Usar condón, evitar el aborto, adoptar niños abandonados, son acciones cristianas que se pueden traducir en hacer el bien a la humanidad. Estas acciones fácilmente pueden ir señaladas a un lado de dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo, visitar al enfermo, asistir al preso, dar posada al caminante y sepultura a los muertos. Pero también pueden ir lado a lado con exigir justicia y alto a la violencia, solicitar el alto a la discriminación y la homofobia, ayudar a detener el calentamiento global, cooperar a disminuir la pobreza en los países pobres del mundo y las localidades pauérrimas de la región. En resumen, una gran cantidad de acciones sociales, ecológicas y cristianas que se podrían llegar a traducir en una gran labor de activismo a quien le interese; y a quien no, bastante haría por empezar a modificar su modo de actuar y predicar de uno en uno. ¡El mundo necesita un gran cambio, y nosotros somos el agente de ese cambio!

Y esto nos lleva directamente a la cuestión de los pastores en la Iglesia y el liderazgo en el mundo secularizado. Uno solo es el Pastor, Cristo, y el Papa es su Vicario en la Tierra, mientras que los obispos son sus vicarios en las diferentes diócesis en que administrativamente se divide la Iglesia. Jesús es muy claro, y nos dice que las ovejas solo reconocen la voz de su pastor y solo a él siguen. Por eso, cuando tantos obispos cometen errores, la iglesia empieza a perder adeptos y seguidores. Y por eso, cuando actúan evangélica y coherentemente a la Iglesia se le unen más y más personas.

Y no es que en el mundo haya gente que no tenga la necesidad de una vida espiritual. Porque el espíritu es tan parte de nuestro ser como la mente, el cuerpo o el corazón. Pero es necesario que a semejanza de los primeros cristianos aprendamos a vivir como verdaderos crisitianos, siempre en compañía de nuestra amada Madre la Virgen María. Y esto se puede traducir en cosas tan simples como perdonar hasta setenta veces siete y amarnos como hermanos, buscar el Reino de Dios y su justicia Divina. Lo demás está de sobra y se dará por si mismo.

Por eso ser gay y católico es más que nunca una verdadera acción de coherencia. Por que aunque en el pasado fuimos considerados los borrachos, farmacodependientes, promiscuos y afeminados que nos dijeron que éramos; debido a nuestra fuerte lucha en sentido de los derechos humanos y la libertad del ser humano nos hemos convertido en los principales aliados de Dios en la tierra, sin menoscabo de todos sus demás e importantísimos aliados. Y es de ahí de donde emana, casi naturalmente, el liderazgo que todo cristiano debería significar para la sociedad. Una persona con valores e ideales tan marcados en el Jesús que nos vino a liberar, que seguirlo deba ser una cosa lógica. Esa es la importancia de que los gays que reconocemos en Jesús a nuestro pastor y guía actuémos en concordancia con nuestro credo y en compañía de tantos religiosos, religiosas y seglares transformamos al mundo en un estricto sentido hacia el Bien y la Verdad.

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