“Esta fue la culpa de su hermana Sodoma: ella y sus hijas tenían orgullo, exceso de comida y próspera tranquilidad, pero no ayudaron al pobre y al necesitado”. (Ez 16, 48-49)

lunes, 27 de diciembre de 2010

Carta a mis padres

Jueves, Marzo 27, 2008

MAMÁ, PAPÁ:

No saben cuántas veces he empezado a escribir esta carta, las mismas que la he abandonado porque me faltan las palabras o la nostalgia se hace nudo en mi garganta. Pero hoy me estoy enfrentando y no quiero parar hasta que termine. Mañana 28 será mi cumpleaños. Veintitrés años de estar aquí. Vaya que pasa el tiempo. Si hecho una mirada atrás, he vivido demasiadas cosas y desde hace unos años ustedes han estado en muy pocas.

Lo sé, todo mundo me lo ha dicho, ustedes mismos, desde que se enteraron que soy homosexual, no ha sido fácil. Créanme que tampoco para mi. No ha sido fácil sentirme solo en muchas ocasiones, vivir rupturas del corazón y llegar a casa ocultando el llanto o llorando bajito para no incomodarlos. Me duele que no compartan conmigo presentaciones de ponencias, escritos o que ni siquiera lean esta columna. Me duele el silencio que me dan y las evasiones al tema. Las murallas las ponen ustedes.

No, no ha sido fácil y de verdad quiero entenderlos, pero a veces me es complicado. Sé que su educación es muy distinta, porque les inculcaron muchas barreras. Sé que les enseñaron que el amor sólo es entre hombres que aman a mujeres y mujeres que aman a hombres. Sé que rompí con sus esquemas de tener una esposa y que los visitaríamos los domingos con los nietos. Sé que les dolió porque nadie los preparó para enfrentar una situación no prevista en la que la religión, la gente, la familia, influyen en su miedo y descontrol. Todo esto lo entiendo, pero no lo justifico. No justifico que ante lo desconocido cierren los ojos y no puedan buscar alternativas para crear nuevos lazos.

Nadie les enseñó a ser padres como nadie nos enseñó a ser hijos. En el camino aprendemos juntos. Los hijos aprendemos de los padres, pero los padres también deben aprender con y por los hijos.

Mamá, papá, aquí estoy, todavía estoy y falta poco para que emprenda el vuelo de su casa. Soy yo. No he cambiado. Sigo siendo intenso, con mi carácter a veces explosivo, con mis manías de odiar el brócoli y las calabacitas; el mismo que empezó a fumar a los 17 años, el que odia beber porque le da sueño, el mismo que llora con las películas y los libros, que ríe y abraza, que tiene metas y no se queda callado. Soy yo, el mismo que les hizo dibujos en el kinder y bailó en festivales en la primaria. El mismo que les dice que los quiere. El mismo que a nadie hace daño por amar o acostarse con alguien de su mismo sexo.Sólo es amor y el amor no tiene sexo.

Muchas veces lloré por sentir que perdemos tiempo que jamás volverá. Tiempo que podríamos aprovechar en re-conocernos, en acercarnos y compartir sin caretas la vida.

Por fortuna he aprendido a vivir con su presencia y ausencia, he aprendido a hacer otra familia con mis amigos y amigas y compartir muchas cosas con ellos(as). Cosas que me gustaría que ustedes compartieran y que se están perdiendo. Ojala tomaran en cuenta que el presente se va, y es que es tan fugaz que ni nos damos cuenta. Hoy ya son 23 años y estoy al final de mi carrera. Mañana tal vez sean 40 o quizá alguno de nosotros no esté y sabremos, demasiado tarde, que nos equivocamos. Me queda la tranquilidad de reconocer que lo intenté muchas veces, que, como esta carta, les he escrito otras antes, les he acercado información, si ustedes no la toman, yo no puedo hacer nada. El silencio y los bloqueos no son míos.

Yo sigo, mi vida sigue y está bien. Pero podría estar genial si estuvieran presentes y compartiendo este camino llamado vida. Compartiendo experiencias, pláticas, momentos, sonrisas y llanto.

La salida del closet con la familia no es fácil. Madres y padres viven procesos de asimilación que no siempre son sencillos ni rápidos. Para nadie es cómodo vivir una situación en la que se rompe con lo establecido y en la que por el silencio, el miedo, y los absurdos no cuestionados, nadie hace nada y se complican tanto las cosas. Tabúes que superan el amor que existe y que aleja a las personas.

Los entiendo, pero también pido que me entiendan a mi. Esto no es una guerra, no hagamos trincheras ni bandos. Si se sienten heridos manéjenlo, no hieran otros. No hay victimas ni victimarios. Solo ignorancia, silencio y barreras.Probablemente todo está perdido por ahora entre nosotros, podría ser que en el futuro se cambie el rumbo, lástima que sea tan inseguro y no se nos permita saber si habrá futuro y tiempo.

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