“Esta fue la culpa de su hermana Sodoma: ella y sus hijas tenían orgullo, exceso de comida y próspera tranquilidad, pero no ayudaron al pobre y al necesitado”. (Ez 16, 48-49)

martes, 19 de octubre de 2010

La Tiara Papal

En días recientes, Su Santidad el Papa Benedicto XVI permitió que se realizara un acto que por diversas razones sorprendió a casi todo el mundo, desde los integristas que quedaron satisfechos con el gesto hasta los progresistas que ven en ello un extraño augurio. Debemos recordar que a inicios de su pontificado ya nos había sorprendido cambiando la tiara de escudo papal por una mitra, eso sí, con tres líneas doradas horizontales unidas por otra vertical para conservar su vestigio de la antigua tiara que tenía tres coronas.

La prensa y la opinión pública tomamos este gesto como un símbolo de la humildad del Santo Padre y un probable señalamiento del camino que tomaría durante el tiempo que le tocara estar al frente de la Iglesia Universal. Sólo los heraldistas e integrista lo vieron como un error en el cumplimiento de las leyes de la heráldica los primeros y una posible debilitación del poder de la investidura papal los segundos. Recordemos que la mitra es el símbolo de la autoridad episcopal y por tanto es un tanto más espiritual que terrenal.

Recordemos que la figura de la tiara surgió en la Edad Media cuando algunos reyes, como representantes del poder terrenal, querían imponer su autoridad sobre la iglesia, así se le añadieron tres coronas: la de hasta abajo representa el poder que el papa tenía sobre todos los reyes de la Tierra, la de en medio al poder real y la de hasta arriba al espiritual. Lo que casi nadie nota o no ha querido notar es que sobre esas tres coronas, la tiara siempre es rematada con una cruz, símbolo del Amor que Dios tiene por toda la humanidad.

Pero siguiendo con el tema, la sorpresa fue que la semana pasada en el balcón de la plaza de San Pedro vimos que Su Santidad había decidido volver a usra la antigua tiara en su escudo de armas causando revuelo por toda la comunidad católica. Y es que mientras muchos ven en ello una vuelta a los antiguos usos y costumbres tridentinos y así Benedicto XVI se alinearía con sus predecesores sin pretender resaltar de ellos, otros ven una vuelta a los intentos de autoritarismo y poder terrenal que significó ese símbolo durante muchos siglos.

Cualquiera de las dos opiniones es completamente respetable. Personalmente y desde una perspectiva semántica considero que los símbolos deberían permanecer inmutables para poder regalar sus significados y enseñanzas sin importar tanto en qué tiempo o sociedad se manifiestan. Después de todo papas tan buenos como Juan XXIII o Pablo VI utilizaron la tiara y no sólo en sus escudos de armas, sino también sobre sus cabezas.

Debemos agradecer a Pablo VI que se haya deshecho de semejante triregno y con eso acabar con el uso tan arcaico y contrapuesto al Evangelio y también a las costumbres de la sociedad actual. Recordemos que durante el Siglo XX pasaron de moda los imperios y las coronas y sólo quedaron unas cuantas monarquías pero todas ellas son parlamentarias. así que consideremos como bueno que Benedicto XVI haya vuelto al uso de la tiara, pero sólo en su escudo y esperemos que el Espíritu Santo lo prevenga de usarla sobre su cabeza, especialmente en estos tiempos en que la crisis y la pobreza amenazan la construcción de los sistemas económicos socialistas y capitalistas pero especialmente a tantas vidas humanas.

Habrá incluso algunas personas que al ser considerado el Papa como el representante de Cristo en la Tierra deseen que imite su comportamiento al extremo de usar una corona de espinas en vez del tan mentado triregno. Yo no opino así. La Corona de Espinas se encuentra por encima de cualquier otro tocado que pueda representar poder en el mundo. Es la que Dios Padre escogió para que su Hijo cumpliera su misión en la Tierra y nos hiciera libres de todo pecado. Si el Papa algún día se presentara con una corona de espinas yo no tendría más remedio que llamarlo hereje, pues sólo representa a Cristo, pero no es Él.

Finalmente, yo sé que este blog no se debería enfocar en tales nimiedades, pero creo que a veces también es necesario darnos un breve respiro y comentar sobre algo más. Sabemos que por ahora el Sumo Pontífice no acepta al mundo gay con la forma que ha estado tomando. Pero en estas publicaciones buscamos la conciliación de esta postura, esperando a que de acuerdo con los tiempos actuales, nuestra madre Iglesia, y el Papa con ella, se abra a nuestra comunidad, y no sólo acepte que ya hay muchos homosexuales trabajando dentro y para ella, sino que también nos permita actuar desde nuestro estilo de vida para el bien del Reino de Dios. Ya lo he dicho antes y no me cansaré de hacerlo, tengamos fe y hagamos oración que la historia está llena de imposibles que se han hecho realidad.

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